Propósito: Identificar tres valores bíblicos que los padres pueden transmitir a sus hijos basados en la Siembra – Cosecha y ser modelos emisores de valores Bíblicos. "Desarrollo Integral"
Muy frecuentemente fallamos al tratar de realizar cualquier bien que sea duradero ya que solemos ser personas “orientadas al problema” en vez de “orientadas a Dios”. Desde luego, nos admiramos a nosotros mismos por tratar de resolver los problemas de la crianza de nuestros hijos, pero estos intentos no siempre se acercan a lo que Dios ha planeado. Los problemas que tratamos de resolver se enfocan en nuestro punto de frustración. Necesitamos girar nuestras mentes y corazones 180° para ver lo que Dios quiere. Necesitamos ver sus Patrones y las metas que El tiene para nuestros hijos. Ayudará si preguntamos, “¿Qué clase de niño desea Dios que sea mi hijo?”
Es interesante ver como el apóstol Pablo “hacía de padre” para Timoteo. Podemos ver que Pablo frecuentemente llamaba a Timoteo su hijo (1 Tim 1:2). Quizás, el propio padre de Timoteo había fallecido siendo muy niño. Cualquiera sea el caso, Pablo actuó como un padre espiritual para Timoteo. Subraye los tres valores que Pablo le dice Timoteo, que son los objetivos de su instrucción:
Pues el fin del mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida. (1Tm 1:5 y 2 Tm 1:5)
Podemos formar una serie de habilidades en nuestros hijos, pero ninguna de estas comparables con los valores de bondad, obediencia, amor, servicio, respecto, autocontrol, gentiliza, y sabiduría que Dios desea poner en ellos. Dios desea bendecir a nuestros hijos para que puedan servirle valientemente, amorosamente y fielmente a Él y a otros en el mundo. Dios usa a nuestras familias para expandir su Reino de amor.
Veamos tres principios que Dios desea que modelemos y empecemos desde esta corta edad a transmitir a nuestro Hijos según 1 Timoteo 1: 5 y 2 Timoteo 1:5:
1) Cultivando el amor de un Corazón limpio (Marcos 12:29-31)
No tenemos mayor propósito que nuestros hijos sean como Jesús. Jesús sintetizo Su propio corazón cuando resumió todos los mandamientos en unas pocas líneas.
Somos hechos para amar a Dios y al hombre. Para que nuestro amor sea aceptable, debe venir de un corazón limpio. Ya que Dios es uno, nuestra veneración no puede ser dividida. Toda nuestra vida necesita ser usada en hacer cosas que agradan al Señor- Todo nuestro corazón, toda nuestra alma, toda nuestra mente y toda nuestras fuerzas son necesarias para amar como se debe a Dios y al hombre. El patrón es obvio. Un verdadero amor es aquel que es indivisible y que requiere de todo nuestro afecto y determinación.
Dios hace todo alrededor de nosotros para que lo disfrutemos y para que no nos falte nada. Dios solo desea que seamos agradecidos y nos contentemos con lo que el nos da. El desea que usemos lo que tenemos para preocuparnos por otros. El Señor está detrás de nuestro amor. Si Lo amamos entonces le obedeceremos. Necesitamos dirigir a nuestros hijos hacia el objetivo de amar a Dios y al hombre como Jesús lo hizo.
Muéstrale a tu hijo tu amor a Dios y tu amor hacia él de manera práctica.
2) Desarrollando un buena conciencia (Proverbios 1:7-8)
Ciertas actitudes y perspectivas de Dios son fundamentales para un conocimiento real. La actitud (corazón) es el marco donde las verdades son colocadas. Si no hay orden, no hay reglas ni juego. Proverbios 1:7-8 nos da una clara idea de cómo es desarrollada una buena conciencia.
El principio de la sabiduría es el temor de Jehová (Prv 1:7:8 RVA)
El fundamento de una buena conciencia es el temor a Dios. Es conocimiento, pero más que conocimiento es la manera en que percibimos a Dios, sin este conocimiento espiritual nuestros hijos no serán capaces de crecer en sabiduría e instrucción necesaria para una vida santa.
El niño tendrá una buena conciencia cuando tienen temor de Dios por dos razones:
1) Los patrones de Dios están inscritos en su conciencia. Teme a Dios en vez del hombre. Dios esta en todo lugar no importa lo que el haga o donde este, el niño hace lo que es correcto.
2) Una persona que teme a Dios escucha su conciencia. Con esto queremos decir que cuando se equivoca, lo corrige. Primero que todo no solo se siente incomodo con su culpabilidad sino que también se preocupa de las consecuencias que, Dios ha establecido, le llegaran. Por tanto aquellos que temen a Dios son sabios ya que evitan el sentirse culpables siendo obedientes.
El temor del Señor es la obediencia solicita al SEÑOR. Una persona que teme al Señor es consciente de la importancia de Sus mandamientos y deseos para que estos formen parte de su vida. Una persona que teme a Dios permite que los pensamientos y propósitos de Dios influencien en lo que piensa, hace o dice.
Los padres cultivan este temor de Dios, Vemos esto en la manera en que el siguiente versículo (Proverbios 1:8) nos dice como el temor de Dios es cultivado en la vida de nuestros hijos. Dios ha hecho a los padres como el medio por el cual los hijos ganan la percepción de Dios y del mundo. Moisés, el gran profeta de Dios, fue cuidado por una madre temerosa de Dios durante sus primeros años.
La manera en que un padre responde al Señor influenciara grandemente en el hijo. Si los padres temen al Señor, entonces el hijo los imitará. Si no, entonces al hijo no le importará. El hijo valorará sus propias ideas como las más importantes. Inculcar el temor de Dios en nuestros hijos es la más grande protección que nuestros hijos tendrán en un mundo tan lleno de maldad.
Pausa para Reflexión: La pregunta que merece ser hecha, " ¿Qué esta pasando con nuestros hijos?" ¿Cómo podemos transmitir este temor de Dios a nuestros hijos? ¿Hemos aprendido realmente, como padres, a vivir en el temor de Dios? NO podemos vivir con doble moral (Diga que no estoy, no grites pero yo grito, no golpees pero yo golpeo)
3) Formando una fe no fingida (Galatas 5:22-23)
Los padres tan bien necesitan cultivar una fe no fingida. Una fe sincera en Dios produce lo que Pablo llama el fruto del Espíritu. Estas cosas reflejan la simple pero genuina fe que uno tiene en Dios. Sin fe, el fruto del Espíritu no puede ser posible.
Mas el fruto del Espíritu es: caridad, gozo, paz, tolerancia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza: contra tales cosas no hay ley. (Galatas 5:22- 23 RVA)
Aquellos que son llevados a los caminos de Dios son confiados debido a su entendimiento de cómo ellos deben relacionarse con Dios, otros y la creación que los rodea.
* Son amorosos porque por fe ellos creen que otros son importantes y son hechos a imagen de Dios.
* Son gozosos porque conocen a Dios como su Padre que los cuida maravillosamente.
* Son pacíficos porque confían en la presencia de Dios en todo tipo de circunstancias difíciles.
* Son Pacientes porque confían en que Dios en Su momento, cuidara de suplir todas sus necesidades.
* Son amables porque caminan en la Gracia y misericordia de Dios como se los demostró Cristo.
* Son Buenos porque reflejan la bondad de Dios en la manera tan amable en que tratan a otros.
* Son fieles porque honran a Dios imitando la fidelidad de Dios en su vida.
* Son nobles pues rechazan actos de manipulación y pueden atender amablemente las necesidades de otros
* Son capaces de ejercitar autocontrol pues han aprendido por fe a mandar sobre sus pasiones.
A medida que aprendemos los caminos de Dios, estos son cada vez más deseables. Hay muchas cosas que necesitamos aprender de la crianza de nuestros hijos, pero no podemos, ni atrevernos a olvidar el propósito de Dios en lo que El puede hacer a través de los padres que anhelan criar a sus hijos en Sus caminos.
La paternidad Bíblica es simplemente tomar las mejores cosas y transmitírselas a nuestros preciosos hijos. Nuestra meta es alta pero alcanzable. Donde ellos no puedan obtener estos altos principios, debemos mostrarles amorosamente su necesidad de Cristo. Allí ellos encontraran el amor de Dios y el poder del Espíritu.
Todas las enseñanzas, para bien o para mal, se dan en el hogar sea que nos demos cuenta o no. Las enseñanzas de los padres inculcan valores, actitudes, respuestas y una perspectiva general de la vida en la vida de nuestros hijos. El hogar es el campo de entrenamiento para la vida.
Las cosas que impartimos a nuestros hijos son las que ellos recibirán. Debemos preguntarnos frecuentemente: “¿Qué le estamos impartiendo a nuestros hijos?, ¿Nos agrada lo que estamos consiguiendo?” Muchos de nosotros no lo hacemos del todo bien. De hecho, nos sentimos tentados a desistir ya que nos parece muy tarde para hacerlo. No lo es.
Afortunadamente por la Gracia de Dios, El puede cambiarnos y consecuentemente cambiar a nuestros hijos. Necesitaremos ir rápido y para esto debemos mejorar nuestro conocimiento de Su Palabra, obedeciendo al Señor e instruir cuidadosamente a nuestros hijos. Muchos han rescatado a sus familias del mundo. Después de todo, nuestros hijos están viendo si nuestras creencias hacen una buena diferencia. Si la modelamos para ellos, ellos las encontraran fácil de asimilar. El amor de Dios es siempre glorioso y deseable. Solo les necesitamos explicar amorosamente el cambio en nuestras propias vidas y ser consecuentes con este.
NUESTRA RESPUESTA:
Reflexionando en lo enseñado anteriormente, escriba las metas espirituales que desea alcanzar para sus hijos. Asegúrese de discutirlas con su esposa(o). Recuerde que debe orar por que es que desea estas metas