miércoles, 28 de junio de 2023

"Lleva tus Deseos a Dios"

 


Cada uno de los enemigos del corazón está energizado por la idea de que alguien debe algo. La culpa dice: «Te debo». El enojo alimenta la idea de que tú me debes. La avaricia se mantiene viva por la presuposición de que yo me debo. Este cuarto tema del corazón no es diferente. Los celos. Los celos declaran: «Dios me debe».


Cuando meditamos en los celos o la envidia, de inmediato pensamos en las cosas que otros tienen y nosotros no: apariencia, habilidades, oportunidades, salud, altura, herencia, etc. Asumimos que nuestro problema es con la persona que posee lo que nos falta. Sin embargo, seamos realistas; Dios podía habernos dado todo eso a nosotros. Lo que sea que Él le haya dado a tu prójimo, también podría habértelo dado. Es por eso que quizás sientas que Él te debe algo.


Los celos pueden aterrorizar tu vida y destruir tus relaciones. La buena noticia es que este monstruo, como los otros tres, tiene una vulnerabilidad. Y es algo que quizás no esperas: deja de codiciar lo que otros tienen y comienza a pedirle a Dios lo que Él sabe que es mejor para ti.


Como declara Santiago, nuestros conflictos externos son el resultado directo de un conflicto interno que ha salido a la superficie. Queremos algo, pero no lo tenemos, así que nos peleamos con los demás. Los deseos a los que Santiago se refiere en este pasaje representan una sed insaciable: nuestra sed de bienes, dinero, reconocimiento, éxito, progreso, intimidad, sexo, diversión, relación, compañía.


Entonces, ¿qué hacemos con los deseos y apetitos que nunca pueden ser satisfechos de forma plena y total? Santiago expresa que, en primer lugar, los llevemos a quien los creó. En otras palabras, Santiago nos está dando permiso para derramar nuestro corazón en una conversación sincera con nuestro Creador.


Todas tus preocupaciones, grandes y pequeñas, le importan al Padre porque  eres importante para Él. Ya sea que se relacione con tu vida amorosa, tu carrera, tu matrimonio, tus padres, tus hijos, tus finanzas, tu educación o tu apariencia, llévalo ante Él. Y continúa llevándolo hasta que encuentres la paz para levantarte de tus rodillas y enfrentar el día, con la confianza de que Él se preocupa por ti.


Déjame asegurarte: tu corazón siempre será importante para el corazón de Dios.

miércoles, 14 de junio de 2023

"Ten Cuidado con la Avaricia"

 







¿Cuál es el tercer enemigo del corazón? Es la avaricia. Es cuando sentimos que merecemos cada vez más bienes y riquezas terrenales. La avaricia declara: «Me lo debo».


Jesús enseñó: «¡Tengan cuidado! Absténganse de toda avaricia». ¿Por qué? Porque de las cuatro condiciones del corazón que estamos analizando, la avaricia es la más sutil de todas. Puede residir en el corazón y vivir allí durante años sin ser detectada. El corazón desprotegido es altamente susceptible a esta enfermedad debilitante. Es difícil de diagnosticar, sobre todo de autodiagnosticarse.


Jesús prosiguió mostrando la mentira que alimenta toda avaricia: «La vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes». ¿Acaso no saben eso todos? ¿Las personas creen realmente que sus vidas son equivalentes a lo que poseen? La respuesta es no y sí. No, no todos saben eso. Y sí, hay personas que creen que su vida es más o menos la suma total de lo que tienen. Y muchos de nosotros hoy, somos más propensos a creer esto de lo que podríamos imaginar.


Después de narrar una parábola, Jesús dio Su definición de una persona codiciosa: alguien que almacena cosas para sí mismo pero que no es rico para con Dios. Ser «rico para con Dios» es la definición de Jesús de ser generoso con los necesitados. Una persona codiciosa es la que ahorra con cuidado, pero da escasamente.


Dar con generosidad romperá el control de la avaricia en tu vida. Entonces, ya sea que pienses o no que tienes algo extra, da y hazlo con generosidad. Tienes que dar hasta el punto que te obligue a ajustar tu estilo de vida. Si no estás dispuesto a dar hasta el punto que impacta tu estilo de vida, entonces, según Jesús, eres codicioso. Si gastas hasta que te queda poco o nada para dar, eres codicioso. Si consumes y ahorras hasta que queda poco o nada para compartir, eres avaro.


Sé que eso es fuerte. En realidad, es duro.


Sin embargo, es la verdad.


Rompe el poder de la avaricia con el hábito de dar con generosidad. Es un hábito que cambia todo.



jueves, 1 de junio de 2023

"Deja ir el Dolor y el Enojo"

 


"Deja ir el Dolor y el Enojo"



El segundo enemigo del corazón es el enojo. Nos enojamos cuando no obtenemos lo que queremos.


Muéstrame a una persona enojada y te mostraré a una persona herida. Y te garantizo que esa persona está herida porque le han quitado algo. Alguien le debe algo.



Todos conocemos personas cuyo enojo puede ser verbalizado de las siguientes maneras: «Arruinaste mi reputación». «Te robaste mi familia». «Te llevaste los mejores años de mi vida». «Destruiste mi primer matrimonio». «Me despojaste de mi adolescencia». «Me quitaste la pureza». «Me debes un aumento». «Me debes una oportunidad para intentarlo». «Me debes una segunda oportunidad». «Me debes afecto».


Escritura: Efesios 4:25-32

La raíz del enojo es la percepción de que algo te ha sido quitado. Te deben algo. Y ahora se ha establecido una relación deuda-deudor.


¿Y qué tal tú? ¿Qué deuda está causando el enojo que sientes?


¿Cuánto tiempo vas a permitir que las personas que te han lastimado controlen tu vida? ¿Otro mes? ¿Otro año? ¿Otra etapa de tu vida? ¿Cuánto tiempo?


¡Me gustaría proponer que hoy sea el día en que dejes de aferrarte al dolor!


Si bien es cierto que no puedes deshacer lo que ha sucedido, también es cierto que no tienes que dejar que el pasado controle tu futuro. En Efesios 4, se nos ordena «abandonen toda amargura, ira y enojo». Hacemos eso «perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo».


El remedio para el enojo es el perdón. Si esperamos que nos paguen por los daños que nos han hecho, seremos nosotros quienes pagaremos. Si, por el contrario, cancelamos las deudas que nos deben, seremos liberados.


De las cuatro fuerzas monstruosas que estamos analizando en estos devocionales, creo que esta, el enojo no resuelto producto de un daño intencional o no intencional, es la más devastadora. Sin embargo, de alguna manera, es el más fácil de superar. Simplemente decides cancelar la deuda. Decides y declaras: «Ya no me debes más».



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