viernes, 19 de mayo de 2017

EL MARXISMO CULTURAL Y EL ORDEN GEOPOLITICO -

EL MARXISMO CULTURAL Y EL ORDEN GEOPOLITICO
Por Jennifer Forbes
2 de septiembre de 2013.
La ideología marxista ha influenciado nuestra cultura contemporánea, aunque ha pasado inadvertida para la mayoría. Aunque adopta del cristianismo la terminología de la dignidad humana y los derechos, es antitética a la cosmovisión bíblica y destructiva del orden social justo de Dios.
La prevaleciente sabiduría de hoy sostiene que el marxismo es una ideología fallida, siendo su irrelevancia confirmada por el colapso de la Unión Soviética y la caída del Muro de Berlín. También se cree ampliamente que el marxismo no puede subsistir en una democracia. Pero, de hecho, la ideología marxista está moldeando la cultura contemporánea por todo el mundo. Este artículo examinará esta afirmación.
El Marxismo Clásico
El marxismo clásico trataba con la economía y el poder político, enfocándose en la explotación de la clase obrera, el proletariado, por parte de los propietarios de los medios de producción, la burguesía.1 Marx agitaba al proletariado a que derrocara a la burguesía e implementara una sociedad “sin clases.” Esta exposición convencional de la ortodoxia marxista es responsable de la noción de que el marxismo está muerto en el Occidente democrático.
El Cambio Cultural es Fundamental para el Cambio Político
Las ideologías evolucionan y divergen, y así es como existen diferentes especies de marxismo. Una de esas especies, la de Antonio Gramsci y la escuela de Frankfurt, ha ejercido amplia influencia en nuestra cultura y geopolítica. Mientras que Karl Marx y Vladimir Lenin plantearon que el poder político era un prerrequisito hacia la búsqueda de la reorientación cultural, Gramsci invirtió esto, argumentando que la “hegemonía cultural” precipitaba la conquista del poder: un quórum de ciudadanos tenía que estar convencido de que tus metas eran justas y buenas, y entonces, con su consentimiento asegurado, se podía esgrimir la ley para la reestructuración de la sociedad.2
Estos marxistas tardíos tomaron el concepto de la lucha de clases de Marx y lo aplicaron a otras relaciones binarias tales como la raza, el género y la religión. Los hombres eran la clase opresora y las mujeres, las víctimas; opresores caucásicos, víctimas no-blancas; opresores ricos, víctimas pobres. Que estos antagonismos suenen familiares a los oídos occidentales es un testamento al atrincheramiento cultural del marxismo, y aunque puedan parecernos plausibles debido a los muchos ejemplos de relaciones opresor/víctima – abusos de mujeres por parte de los hombres y el comercio de esclavos, por ejemplo – no describen con exactitud las relaciones sociales en general. El marxismo cultural promueve el mismo faccionalismo que supuestamente busca erradicar con la esperanza de socavar el actual orden social y encender la revolución.
El esplendor de marxistas como Gramsci y la escuela de Frankfurt radica en que entendieron la necesidad de cambiar primero la cultura para alcanzar sus fines. Hoy esto se está llevando a cabo a través de la educación y los medios masivos de comunicación.
Vemos la retórica de la “igualdad” por todas partes. Una ideología de la “igualdad para todos” que tiene un dejo de justicia, pero su adopción conduce inevitablemente a la tiranía en donde la “igualdad” es otorgada de manera selectiva por parte de una élite cultural.
En el orden social judeo-cristiano la familia y la propiedad privada forman el fundamento para la libertad. Por consiguiente, la meta a menudo velada de los marxistas culturales es destruir la familia nuclear, la propiedad privada, y en última instancia, al cristianismo. Para Marx, reemplazar al cristianismo con escuelas controladas por el estado era un elemento precursor dirigido a la destrucción de la familia. Él buscaba la abolición del matrimonio, de la propiedad privada y los derechos de herencia, y procuraba impuestos a los ingresos. Hoy vemos cuán lejos ha avanzado el estado siguiendo este camino.
La influencia marxista sobre los derechos humanos
Nuestro gobierno fue constituido con el propósito de preservar los derechos humanos: el derecho a la vida, a la libertad y a tener propiedad. El fundamento para estos derechos fue religioso; el gobierno carecía de autoridad para abrogar lo que era dado por Dios.
Con la adopción de la Carta de Derechos y Libertades en 1982 el fundamento cambió del cristianismo a la filosofía marxista. La distribución de los derechos humanos llegó a ser prerrogativa del aparato judicial y la igualdad ante la ley fue reemplazada gradualmente por la preferencia legalpara los grupos considerados “victimizados.”
Recuerde la fórmula marxista de la educación para re-formar los valores de la gente preparando así el camino para la legislación que hará valer esos valores. Los marxistas contemporáneos no hacen de esto un secreto; mis profesores de la universidad ensalzaban repetidamente la estratagema. Pero, aunque la transformación cultural marxista comienza con la auto-vigilancia, inevitablemente deviene en imposición de la fuerza del gobierno para hacer valer esa agenda, siendo vista la supresión de derechos como una conveniencia necesaria en la marcha hacia la sociedad igualitaria.
Las operaciones de las Comisiones de los Derechos Humanos en Canadá ilustran esto: más que agencias alternativas de resolución de disputas, estas tienen el propósito de intimidar a quienes no se conformen a las expectativas políticamente correctas de la Comisión.
Influencia a nivel global
Las ideas tienen consecuencias. Las ideas marxistas no son simplemente un platillo en el menú del aula universitaria de clases. En 1995, la Comisión de las Naciones Unidas sobre Gobernabilidad Global publicó un reporte tituladoNuestra vecindad global3 en el que se hace un llamado a la extensión de la gobernabilidad global por medio de:
  1. Alcance global: ejerciendo influencia a través de la UNESCO, la Organización Mundial de Comercio, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, ONGs, organizaciones de la sociedad civil y una fuerza militar fuerte de 110,000 efectivos (‘fuerzas de paz’).
  2. Corte global: para la interposición de procesos judiciales a un nivel supranacional, violando a menudo debidos procesos existentes y derechos de procedimiento.
  3. Control económico mundial: usando al Fondo Monetario Internacional como una reserva federal global con una moneda global que desplace a todas las demás.
  4. Impuestos globales: con el propósito de redistribución de la riqueza.
  5. Desarrollo global sostenible: toma de la propiedad privada, los suministros de agua y controlar los niveles de población.
  6. Regulación global de armas: no para eliminar armas sino para lograr la dominación del mundo.
  7. Control de la internet: con fines de impuestos y censura.
La Organización de las Naciones Unidas no es una organización defensora de los derechos humanos sino una que está a favor de la hegemonía política.
Guardadores del pacto vs. violadores del pacto
Aunque adopta del cristianismo la terminología de la dignidad humana y los derechos, la perorata marxista es antitética a la cosmovisión cristiana.
El orden de Dios para la sociedad conduce a la prosperidad humana. Un orden social justo comienza con el auto-gobierno de los creyentes como individuos por el poder del Espíritu Santo, escogiendo vivir en concordancia con la ley de Dios; el orden social no progresa por vía del estado totalitario.
No vayamos por el camino de Babel, buscando edificar una utopía humanista mundial, sino sometámonos al Señorío de Jesucristo (Mateo 6:33) en nuestras propias vidas, familias y comunidades llamando a otros también a la obediencia.
Para un tratamiento más detallado de este tema, favor referirse a la revistaJubilee del otoño de 2013.
1 Marx K., Engels, F., Moore, S., & McLellan, D. (1992). El Manifiesto Comunista. Oxford: Oxford University Press.
2 Rushdoony, R. J. (1984). Ley y Libertad. Vallecito, CA: Ross House.
3 Comisión sobre Gobernabilidad Global, Nuestra vecindad GLOBAL, (1995). Oxford University Press.

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