Es común escuchar frases como: “Mi hijo es muy desafiante”. Se refieren a los niños y jóvenes entre 8 a 17 años, que levantan la voz, discuten con fuerza o se enojan con facilidad, especialmente con figuras de autoridad. Pero… ¿y si ese comportamiento que parece desafiante es en realidad una forma torpe de decir: “Estoy herido” o “necesito que me escuches”?
¿Qué hay detrás del
comportamiento “difícil”?
Cambios importantes en la
familia —como la separación de los padres, la ausencia de una figura paterna o
experiencias de rechazo— pueden dejar marcas emocionales profundas en nuestros
hijos. Mencionaremos dos aspectos a reflexionar sobre este tipo de
comportamiento que afecta las relaciones familiares.
Descarga emocional: A
veces, los niños y jóvenes no saben cómo expresar con palabras el dolor que
sienten. Por eso, lo muestran a través de gritos, silencios, discusiones o
actitudes de confrontación. Aunque estas conductas pueden causar problemas,
para ellos son una manera de liberar parte del enojo o la tristeza que llevan
dentro.
Falta de protección: Lo
que los adultos interpretan como desafío, muchas veces es el modo
doloroso e inadecuado con la que ellos gritan con su comportamiento: "¿Dónde
estabas cuando más te necesitaba?". Se dice que las nuevas
generaciones son más sensibles, y eso puede hacer que les sea más difícil decir
con palabras lo que sienten en su corazón, especialmente cuando se sienten no
cuidados, abandonados o rechazados dentro de la familia.
La próxima vez que un hijo
muestre un comportamiento desafiante, recuerda:
ü
No
es personal.
ü
No
es sólo un mal comportamiento.
ü
Es
un lenguaje, una forma de expresar algo que aún no sabe decir con palabras.
üEscuchar más allá de la
conducta desafiante puede convertirse en un acto profundo de amor, perdón,
entendiendo su situación.
Roles
dentro de la familia y su impacto en estas actitudes
En toda familia, los roles
que cada miembro adopta influyen en cómo se recibe este comportamiento
desafiante y en cómo se responde a él.
El
cuidador principal (madre, padre o tutor): Este rol suele
sentirse responsable de “arreglar” la conducta y de que todo funcione. Por
ello:
·
Puede
reaccionar con autoritarismo
(“¡Aquí se hace lo que yo digo!”) generando miedo o resistencia.
·
O
con sobreprotección
(“Pobrecito, no puede con esto”) evitando que el niño aprenda a manejar su
emoción.
·
También
puede experimentar culpa
intensa, interpretando el comportamiento desafiante como un
fracaso personal.
·
Si
el cuidador logra un equilibrio entre firmeza y empatía, se convierte en un modelo de regulación emocional,
ayudando al niño a aprender a gestionar lo que siente.
Hijos
Los hijos suelen adaptar su comportamiento para responder a la dinámica familiar, ya sea asumiendo responsabilidades que no les corresponden, reprimiendo sus emociones para no generar más conflicto, o imitando conductas desafiantes para obtener atención o reconocimiento, tales comportamientos son:
· Tratar
de calmar o disciplinar
al hermano desafiante, generando resentimiento o rivalidad.
·
Puede
desarrollar hiperresponsabilidad,
sacrificando su propio bienestar emocional para sostener la armonía familiar.
·
O,
por el contrario, si se siente desplazado por la atención que recibe el hermano
desafiante, puede incrementar su propio comportamiento disruptivo para ser
visto.
·
Imita
el comportamiento desafiante
como forma de buscar atención o de solidarizarse.
·
Si
recibe la comparación constante (“Mira cómo se porta tu hermano”), puede
desarrollar sentimientos de inferioridad o resentimiento.
Tips para acompañar a tu hijo en esta etapa
- Persevera en el vínculo: sanar toma tiempo. Sé constante.
- No lo tomes como un ataque personal: es un dolor que no sabe cómo salir.
- Acepta a tu hijo tal como es, sin compararlo con otros.
- Recuérdale siempre: “Estoy aquí para ti”.
- Evita etiquetar: Decir “eres un rebelde” o “siempre haces lo mismo” refuerza el rol de desafiante. Habla de la acción, no de su identidad.
- Reconoce sus logros emocionales: Refuerza cada pequeño avance con frases como: “Hoy lograste calmarte más rápido.” “Te costó, pero al final pudiste decirme cómo te sentías.”
- Pide apoyo si lo necesitas: No es un signo de debilidad buscar orientación profesional; es un acto de amor y responsabilidad para ti y tu familia.
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