¿A
DONDE NOS LLEVA LA CRISIS DE AUTORIDAD EN LA FAMILIA?
Por: Susan Prieto
¿Qué
deben hacer los padres para enseñar sus hijos a respetar a la autoridad?
Cuando
hablamos del estilo de crianza que se establece en el hogar, algunos padres se sienten inseguros y desorientados,
ya que cuando han querido aplicar alguna norma, los hijos no les hacen caso, en
la familia se respira sensación de caos, por las faltas de respeto entre los
progenitores y sus hijos, la situación
se agrava con la adolescencia ya que aquí la crisis de autoridad es aún más
evidente: los hijos sienten una sensación de abandono y de pérdida de
referencia. Muchas veces piden a gritos, directa o indirectamente, que los
padres los guíen de forma asertiva.
Pero
equivocadamente, muchos padres buscan complacer a sus hijos, evitándoles
cualquier conflicto, problema o frustración. Parece que existiera un temor por contradecirlos,
confrontarlos o negarles cualquier cosa que pidan, creando de este modo niños
más egoístas, demandantes, impulsivos e incluso agresivos.
Los niños no respetan a sus padres porque no están aprendiendo a hacerlo, los padres deben disciplinar e instruir a sus hijos teniendo siempre en cuenta su valor y dignidad como seres humanos. Ninguna disciplina debe humillar o menospreciar ni debe aplicarse cuando el padre o la madre estén enojados. La actitud de los padres hacia los hijos debe ser de amor, respeto y aprecio durante toda la vida porque: “Los hijos son un regalo de Dios” (Salmo 127:3-4).
Dios
es el creador de la familia y ama el orden y ha dejado claro cómo debe estar
organizada para funcionar bien: (1 Corintios 14:33). Al esposo lo ha nombrado
cabeza de la familia, es decir, le ha encargado dirigirla. Para ello, él
también debe respetar la autoridad de Jesucristo, quien es su cabeza.
Por
tanto, el buen esposo no evade sus deberes, sino que los asume como un verdadero
hombre. Eso sí, tampoco es un dictador ni un opresor. Todo lo contrario: es
cariñoso, amable y prudente. Nunca olvida que su autoridad tiene límites, debe
seguir el ejemplo de Cristo al dirigir a su familia.
La
mujer por su parte, dentro de su rol, es quien apoya y colabora con su esposo,
y nunca lo menosprecia, manipula ni trata de ocupar su lugar. Cuando no está de
acuerdo con él, se lo expresa con respeto, pero no con una actitud tosca contra
sus decisiones.
En
cuanto a los hijos deben ser formados desde pequeños en honrar a su padre y a
su madre tratándolos con respeto, con cortesía y muestras de aprecio, proverbios
22.6: “Enseña al niño el camino en que debe andar, y aun cuando sea viejo no se
apartará de él”.
Las
familias donde todos cumplen la función que Dios les ha asignado, viven en paz
y son más felices. La Biblia nos manda acatar la autoridad, independientemente
de que el mundo sea cada día más rebelde (Proverbios 24:21), o si somos parte
de otro tipo de familia, madre e hijo, abuelos y nietos, padre e hijos.
A
continuación te Invitamos a evaluar la forma de enseñar autoridad en tu hogar,
con unos sencillos pasos:
1.
Escuchar sin interrumpir las opiniones. Lo importante es llegar a un acuerdo.
2.
No defraudar la confianza de los hijos, ni engañarlos con promesas falsas, de
lo contrario no van a volver a confiar en sus padres.
3.
Enseñarles el valor de las palabras: por favor, gracias, lo siento. Pedir perdón
en caso que nos equivoquemos, reconocer nuestros errores y agradecerles su
esfuerzo al ayudarnos.
4.
Decir NO en el momento que es necesario, sin miedo ni temor a sus reacciones
ante las frustraciones. La vida también les ofrecerá desafíos y necesitan estar
capacitados para enfrentarlos.
5.
Hablarles sin gritar. Los gritos no nos dan más autoridad ni credibilidad ni
infunden respeto. Los gritos fomentan el miedo, la desobediencia y la
desconsideración.
6.
Establecer normas o reglas de convivencia claras. Hacer una lista y ponerla en
un lugar visible. Como por ejemplo: no interrumpir cuando mamá o papá hablan
por teléfono, no jugar con el celular o con la consola mientras se está
estudiando o pedir las cosas por favor.
7.
Poner límites, ante cualquier insulto o falta de respeto debemos ser firmes y
claros, explicándoles que ese tipo de trato no se admite en nuestra familia.
Siendo coherentes con nuestros actos.
Finalmente,
se trata de obtener el respeto sin imponerlo, tener autoridad sin caer en el
autoritarismo y educar niños con valores.
“Recordemos
que las crisis son buenas porqué nos obligan a darnos cuenta que la familia no
está bien, son sanas porqué nos obligan a actuar y cambiar”.
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